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De vez en cuando Instagram me ofrece citas sobreescritas en fotos de Julio Cortázar, sin duda porque el algoritmo de moda ha interpretado que muchas de mis búsquedas en la red se orientan obsesivamente a la vida y obra de este autor argentino.
En la Universidad, en una asignatura sobre textos hispanoamericanos del siglo XX, una profesora -que no sé por qué me recordaba a Chavela Vargas- me planteó la lectura y el posterior análisis de Rayuela. “Supongo que todos la habrán leído ya”, dijo convencida de que nuestra vocación literaria había transitado, previamente a conocerla a ella, por esas páginas. Su convencimiento quedó solo en eso, en una suposición o expectativa porque recuerdo que más del 80 % de los que estábamos allí no habíamos esperado nunca a La Maga en el Pont des Arts. En mi caso, sí conocía los cuentos de Julio Cortázar. Su lectura me había impactado y tenía, tengo, aún los dos volúmenes de Alfaguara llenos de señales y post it.
Pues bien, leí la novela de un tirón, como marca el orden lógico, empezando por el capítulo 1 y terminando en el 56. Recuerdo que ese último párrafo lo devoré una noche de lluvia en mi cama, con la ventana abierta y oyendo caer las gotas en el balcón. Lejos de cerrar el libro, aquella noche, tras el 56 regresé al tablero de dirección y empecé a navegar de nuevo en ‘El lado de acá’, capítulo 73. Aún no me he repuesto de ese impacto doble.
Y vuelvo a esa emoción cada vez que tengo oportunidad, miedos, aburrimiento, maguas, tristeza, y no sé ni cuantas más cosas.
Mi lectura del universo Cortázar es interminable. Desde Lucas hasta Glenda. Desde que comencé a leer al argentino no he cesado. Pero, curiosamente, nunca empecé por su propio principio, nunca abordé ‘Los premios’ con interés.

Hasta ahora. Le he dado una oportunidad a la primera obra del argentino, que quizá había olvidado lleno de los prejuicios que encierran las óperas primas. Y como con Rayuela, el impacto que he recibido, a estas alturas, ha sido mayúsuculo. Las apariencias siempre engañan. ‘Los premios’ es una declaración de intenciones -cómo no iba a serlo- y en la cubierta de ese barco, el Malcom, se planifican los personajes, las situaciones, los enigmas, las suposiciones de muchos otros pasajes cortazarianos de cuentos y otras novelas.

¿Cuánto de misterioso hay en las relaciones humanas, cuánto de normal, cuánto de mentiras, cuánto de caretas, de personajes, de interpretaciones, y cuánto de verdad? Y en la propia realidad de los hechos, en el caso de esta novela en la obtención de los premios de una extraña lotería, ¿cuánto de realidad y cuánto de ficción?
La vida, como un juego de cartas, ya lo dijo el mismo Cortázar en Rayuela en el fantástico capítulo 104, encierra muchas jugadas que no esperamos, y otras muchas que por esperadas no se producen. Pues así es esta novela, ‘Los premios’, un barrunto de muchas cosas que se producirán en las otras tres novelas que Cortazar publicó en vida y cuya lectura recomiendo. El texto aún no es el Cortazar consolidado y experto, se percibe cierta inexperiencia, sin embargo la ficción apunta a la inmensa creatividad de este autor, imprescindible en la literatura del siglo XX.

Literatura
Título: Los Premios
Autor/a: Julio Cortázar
Género: Novela
Editorial: Alfaguara
ISBN: 978-9505111916