Hoy hemos entrevistado a Pedro Ruy Blas, una voz reconocida por su trabajo durante mucho tiempo en el mundo de la música de nuestro Estado. Ruy-Blas (nacido como Pedro Ample Candel, Madrid, 1949) vuelve a estar de actualidad tras la publicación de un impecable disco: ‘El Americano’. ¿Qué podemos destacar de una vida consagrada a la música? ¿De su trabajo como soul-singer, sustituyendo a Teddy Bautista, en formaciones tan importantes como Los Canarios? ¿De su rol como Judas Iscariote en el mágico mundo de los musicales de aquel Jesucristo Superstar? Podemos, mejor, abandonarnos a la labor de degustar este fabuloso nuevo disco que tiene un exquisito sabor a barras y estrellas. ‘El Americano’ es sencillamente una extraordinaria visita al mítico ‘North american songs book’. Sin presiones, sin la necesidad de contentar al mundo discográfico, con la ilusión propia de un novel pero con la experiencia de tanto trabajo acumulado, Pedro Ruy-Blas luce su engolada voz entre temas como ‘Im gonna lock my heart’, ‘It ain’t necessary so’, ‘Lonely town, lonely street’ o aquel histórico ‘A whiter shade of pale’. Con la única excepción del tema de Procol Harum, esta nueva edición es un repaso al cancionero norteamericano de auténtico lujo.
¿Quiénes acompañan en tal bella misión a Pedro Ruy-Blas? Un espectacular elenco de buenos músicos. A saber, Reinier Elizarde ‘Negrón’, contrabajista, Noah Shaye, batería, Luis Guerra, pianista, Jorge Pardo, flautista y saxofonista, Israel Sandoval, guitarrista, Bob Sands, saxofonista, Antonio Serrano, a la armónica, Álvaro Yébenes, al bajo, Horacio Icasto (fallecido en agosto de 2013), al piano, Miguel Ángel Egido, al saxo, Paco Romo, al violín, Cecilia Krull, Sheila Blanco y Ángela Cervantes, en una combinación de sus espectaculares voces como coristas, Pablo Martínez, a los mandos de control, nuestro Kike Perdomo al saxo y una mención muy especial al tristemente desaparecido Larry Martin, batería, al que dedica el disco. Queremos felicitar a Pedro Ruy-Blas por su nuevo trabajo y también por su hacer en la última semana de marzo en el madrileño y templo del jazz hispano, ‘Café Central’.
– Casi como una tradición, Pedro Ruy-Blas, pedimos a todos nuestros entrevistados que nos haga una pequeña semblanza del pasado ¿Cómo empezó en la música? ¿Tuvo siempre la sensación de ser una persona implicada en la música?
– Pedro Ruy-Blas: La música está presente en mi vida junto a los primeros recuerdos. La radio sonando casi a todas horas. La música en las películas. La música incorporada a mis juegos, a mis fantasías. Me recuerdo a mi mismo subido en una silla poniendo y quitando viejos discos de baquelita en un gramófono, música clásica, zarzuelas, pasodobles, polkas, cuplés. También me recuerdo con nueve o diez años en cuclillas, con el oído pegado a una de aquellas máquinas con discos que había en un bar de mi barrio escuchando una y otra vez el ‘What’d I Say’ de Ray Charles, y a los parroquianos del bar partiéndose de risa al ver a un renacuajo de aquel modo. A veces mis amigos en las excursiones o dando vueltas por los descampados que por entonces abundaban en Madrid, cantaba delante de los amigos y el feedback era bueno. Es importante el aspecto lúdico, y que cuando uno se pone a cantar ya desde niño, recibir el aprobado de quienes te escuchan, eso te da ánimo y confianza en que no debes hacerlo mal del todo. Casi sin darme cuenta, pocos años después, apenas cumplidos los quince, llegó mi primer grupo de barrio, «Los Príncipes». Así comencé a sentir lo que es subir a un escenario y ponerte a cantar delante de la gente. La alegría de tener unos compañeros con quién compartir ilusiones. Ensayos. Montar temas. Tocar algunos domingos. Los primeros escarceos amorosos con alguna que otra chica que se ponía delante del escenario y, un sinfín de grandes emociones inolvidables. Volviendo a la pregunta inicial, sí, siempre estuve involucrado con la música. Es algo en mi, yo diría incluso que, prenatal.
– En 2014 nos presenta ‘El Americano’ ¿Cómo fue el proceso de gestación de este nuevo niño? ¿Cómo se le ocurrió la selección de temas?
– P.R.: Hacía tiempo que me debía este disco a mi mismo. Desde hace más de quince años, en mis conciertos, el repertorio está formado por temas pertenecientes al North American Song Book, al menos en un 80 por ciento; para el resto suelo elegir algún que otro tema mío. De modo que, los conciertos son fundamentalmente jazzísticos. Para formar mi repertorio – una carpeta que contiene mas de cien temas- suelo evitar aquellos temas que me parecen muy obvios, aquellos que interpretan montones de artistas. Aún así, no es tarea fácil y siempre elegirás uno del que ya existen otras versiónes. En cualquier caso, yo me lo pienso mucho. En El Americano hay tres o cuatro temas que ya he cantado antes en mis conciertos. Otros son una novedad para mi mismo. Lo único que necesitaba en la elección era que las canciones me emocionasen, para de ese modo poder transmitirle algo a quiénes lo escuchen. Es una pena tener que elegir una docena de temas y dejar sin hacer otras cuantas docenas mas que también me gustaría mucho grabar. Quién sabe. Tal vez en un próximo disco, o…en otra vida.
«A mí, el término crooner no me ha gustado nunca del todo. Yo prefiero ser un cantante de jazz, o incluso un ‘Soul Brother’. Mis raíces están ahí, en el soul, el blues»
-Qué cantidad de buenos músicos ha tenido en estas sesiones… Sheila Blanco, Ángela Cervantes, Horacio Icasto, Jorge Pardo, Bob Sands, Antonio Serrano… la lista es casi interminable ¿Cómo contactó con ellos? ¿Es una selección de lo mejor de la escena de la capital de España?
– P.R.: No me propuse hacer ninguna selección. Todos son amigos míos, buenos compañeros desde hace años y con quiénes ya he trabajado y grabado antes en numerosas ocasiones. Sheila, Ángela y Cecilia, son tres de las mejores cantantes femeninas que conozco de la capital… y sí, participan en unos coros muy divertidos en uno de los temas y es la primera vez que trabajo con ellas. También es la primera vez con Miguel Ángel Egido, un saxofonista emergente, impresionante. Mi amigo Pepe Robles, el mítico Pepe Robles, vino al estudio a tocar la guitarra en un tema, yo se lo pedí porque me moría de ganas de que de algún modo estuviera en un disco mío- También conté con un gran amigo Paco Romo, uno de los primeros violines de la Orquesta Sinfónica Nacional, y recuperé a un viejo amigo, Alvaro Yébenes, que fue el gran bajista de Los Canarios y de Dolores. Si por mí hubiera sido, habría contado con muchos más, pues por ejemplo, en Barcelona he trabajado con muchos y grandes de aquella gran ciudad y a los que aprecio mucho. También gente de Valencia, de Málaga, de Galicia y también de Canarias. Me siento un privilegiado de haber trabajado con infinidad de grandes músicos de toda España, y estoy seguro que de haber podido llamarles, habrían acudido todos ellos.
– En ‘El Americano’ ¿Saca usted su vena más crooner? ¿Ha hecho el disco sin ninguna presión? ¿Es el disco que le apetecía hacer?
– P.R.: La verdad es que lo de crooner nunca me gustó del todo. Es una definición que a mi personalmente no me hace gracia. Yo me definiría como jazz singer o Soul Brother number 1. Yo tengo raíces en el blues y eso hace que las cosas sean y suenen diferentes. Nunca me fue fácil en el pasado, hacer, producir un disco sin notar en mi espalda un saco repleto de dudas, presiones económicas, imposiciones de la compañía de discos, tiempo de grabación escaso, y muchas otras piedras que surgen en el camino. En esta ocasión, aprovechando la crisis y que hoy en día a casi nadie le importa nada, he jugado esta partida sin la presión de ganar o perder… ‘just for fun’.
– Se le puede considerar como un cantante y un músico veterano y aprovechando su experiencia queremos preguntarle sobre el negocio musical. Como dijo algún político alguna vez ¿A la música, desde el punto de vista del oficio, no la reconoce ni la madre que la …?
– P.R.: Nunca tuve una buena relación con la industria del disco. Tal vez no me creerán, pero no miento si digo que jamás, ninguna de las compañías en las que hice discos, incluido aquel A los que hirió el amor, que se vendió por cientos de miles, me liquidó una sola peseta. Difícil de creer ¿no? Es lo mismo que les pasó hace muchos años a lo negros norteamericanos con sus discos, su música, nunca vieron un centavo y aún hoy en día, sus trabajos se siguen vendiendo. Por otro lado, a pesar de honrosas excepciones, representantes, promotores, managers y ‘contratadores’, proclaman a menudo en voz baja, que si quieres ganar dinero con la música, no ha de gustarte la música. No deja de tener cierta lógica. Es lo mismo que dicen los buenos vendedores de drogas: si vas a ganar dinero con ellas, no te las metas. Claro está ¿Qué puede esperarse de estos individuos? Yo diría que las peores traiciones y aberraciones.
– Formó parte del legendario grupo «Los Canarios», sustituyendo por algún tiempo a Teddy Bautista ¿Qué recuerda de esa época?
– P.R.: Me divertí mucho. Es una gozada tener 18 años y sustituir al reclutado Teddy en una banda de soul como eran entonces Los Canarios durante dieciséis meses que duró aquel suplicio castrense al que por entonces se nos sometía. Era un grupo que tocaba mi música, lo que yo sabía cantar, y me integré en aquella poderosa banda en una hora, sin esfuerzo alguno. Después, cientos de actuaciones me iban otorgando tablas, experiencia, alguna que otra novia, que también es de agradecer. Me fui haciendo un hombrecito. Don Eduardo Bautista, inolvidable padre de Teddy, me protegió como un segundo padre y me sacó en más de una ocasión las castañas del fuego de algún desmadre juvenil. Y montones de cosas más, muchas de ellas, impagables e inolvidables.
– Recordamos temas de calado, que fueron importantes en los charts de la época y que han quedado almacenados en el consciente colectivo como ‘A los que hirió el amor’ ¿Qué queda del Pedro Ruy-Blas de aquella época?
– P.R.: Ocurrió hace ya tantos años, que todo aquello posee para mí una especie de imagen onírica. Se mezclan infinidad de cosas, momentos, personas, lugares, y situaciones que no sólo son el recuerdo de una época de gran éxito, también son los de un joven de veinte años que en numerosas ocasiones convivió con grandes mentiras y traiciones de aquellos que dicen ser tus amigos y en realidad tan sólo aprecian tu éxito y el beneficio que a ellos les puede reportar mientras dure todo eso. Me vino muy bien aprender ya de jovencito que el éxito y el fracaso son dos grandes impostores. Lo que queda del Ruy-Blas de aquella época, es lo mismo que todo hombre y mujer conserva dentro de sí toda su vida: un muchacho o una muchacha de quince años.
– Antes le hemos preguntado por algunos de los músicos del disco pero queremos particularizar en el saxofonista canario y tinerfeño Kike Perdomo ¿Cómo lo conoció?
– P.R.: Conocí a Kike en Madrid en un club en dónde yo también solía actuar. Yo acababa de regresar de New York, en dónde estuve viviendo en 1980. Me sorprendió lo avanzado de su estilo. Tocaba exactamente igual, en la misma onda de muchos de los saxofonistas negros de la escena avant-garde neoyorkina que había escuchado por allí. Ningún otro saxofonista de por aquí sonaba parecido. Recuerdo que me acerqué a él y se lo dije, le felicité. Seguramente en aquella época él no me conocía, además percibí también que era bastante joven y que era tímido y eso le hacía tal vez ser desconfiado, introvertido, y porqué no decirlo, muy isleño.
Con el transcurso del tiempo tanto él como yo hemos madurado, y ahora existe un grado de compañerismo y amistad entrañable, hasta el punto de que Kike está presente en mi nuevo disco y yo me siento orgulloso de su magnífica aportación. Kike es muy bueno, muy grande, acaba de hacer un disco doble en New York que es una pasada y pronto será reconocido en toda Europa. Estoy seguro y deseo que muy pronto podamos tocar juntos.
– Una vez publicado este disco ¿Cree que es momento para una gira? ¿Se ve haciendo muchas fechas por España? ¿Quizás Canarias?
– P.R.: No sé si, al menos en la actualidad, existe algún músico o grupo de jazz en España que pueda tener un volumen de trabajo que le permita definirse como gira. Hay mucha ruina para los músicos de jazz y normalmente la cosa consiste en ir tirando, hoy aquí, dentro de una semana allá, dentro de un mes en otro lado, un día un club, a las dos o tres semanas un pequeño teatro.
Estoy deseando volver a cantar en Canarias, tengo grandes amigos músicos en Gran Canaria y Tenerife y he pasado largas temporadas durante muchos años en Lanzarote, una isla que conozco muy bien, un lugar que amo profundamente. En especial ese mágico lugar conocido como ‘El Charco de San Ginés’ en dónde para mí, el tiempo y la vida cobran un sentido inusitado de paz y quietud. Cuantas veces he imaginado conciertos de jazz en aquel teatro-cine que allí se encuentra. Tampoco puedo olvidar que allá por 1975 estuve cantando por las noches en un club de jazz de Las Palmas que se llamaba Tambanova, durante tres semanas, viviendo al lado de la playa de Las Canteras, y también recuerdo perfectamente al gran Luis Vecchio, con quién tuve una buena amistad y con el que colaboré en un disco suyo que grabó en Madrid más o menos por aquella época en la que yo estaba ‘colgadísimo’ intentando emular a Leon Thomas.
– Del lunes 24 al domingo 30 de marzo tendrá usted la posibilidad de actuar en el mítico Café Central de Madrid ¿Cuáles son sus sensaciones antes de esta cantidad de fechas en un lugar tan emblemático? ¿Si no existiera el Central, habría que inventarlo?
-P.R.: He actuado muchas veces en el Central, un par de veces estuve incluso dos semanas seguidas actuando allí cada noche.
En Café central es único en su género. Alrededor de 35 años sin interrupción con un concierto cada noche, ofreciendo a los solistas, a los grupos, a todas las formaciones que por allí han pasado una semana completa de actuaciones. Algo que no se da, probablemente en ningún otro lugar del mundo y que permite a esos músicos desarrollar durante siete días ideas, repertorio, experimentación, etcétera. Y encima cobrando lo acordado puntualmente cada día. Para mí el escenario del Café Central, es uno de los mas grandes que existen y por el que han pasado grandes leyendas del jazz mundial. Larga vida al Café Central de Madrid.
– Volvemos a «El Americano», disfrutamos de momentos cumbres como ‘A whiter shade of pale’ incluso un swing muy atractivo en ‘It aint necessarily so’ ¿Es usted más de medios tiempos, blues o de canciones con tempos más rápidos?
-P.R.: Precisamente ayer, durante un ensayo coincidí con los músicos en lo agradable que sería hacer un concierto interpretando exclusivamente baladas. Los ‘torch songs’, las baladas, son el espacio idóneo para un cantante y probablemente son mas difíciles de cantar, se te notan mas los fallos o los aciertos, y si estos últimos abundan, entonces la emoción está asegurada. No hay que ser excluyente con los demás tempos, en ellos también se disfruta, no cabe duda. A mí, personalmente, me gustan mucho las baladas y no descarto en alguna ocasión hacer algún concierto o un disco que sólo contenga una música pausada, lenta. Shirley Horn era una verdadera maestra en este sentido y consiguió hacer verdaderas joyas, como por ejemplo su disco titulado ‘Shirley Horn with Strings’ . Claro que teniendo a Johnny Mandel arreglando la sección de cuerda, además de ser un privilegio es una apuesta segura.
– ¿Qué le diría a alguien que no se haya zambullido en la música de crooner de Norteamérica? ¿Le recomendaría un disco en concreto para empezar?
– P.R.: A mí, el término Crooner no me ha gustado nunca del todo. Yo prefiero ser un cantante de jazz, o incluso un ‘Soul Brother’. Mis raíces están ahí, en el soul, el blues. Para empezar a zambullirse en el jazz vocal, no hay un solo disco que pueda ser la puerta de entrada, hay cientos, miles. Si verdaderamente te gusta esa música, lo mejor es buscar, rastrear, a ratos los clásicos, en otros momentos algo más actual, viajar de allá para acá en el tiempo. Hoy en día es facilísimo con portales como Spotify por ejemplo. Será inevitable encontrase de frente con los/las grandes artistas del género para, poco a poco, ir creando una capacidad de selección propia.
– Con su experiencia, seguro que tiene mil y una anécdota encima de un escenario ¿Sería capaz de compartir con nosotros y los lectores quizá alguna?
– P.R.: Puedes imaginar que han ocurrido cientos de cosas, sobre todo durante mis trabajos en el Teatro Musical, porque cuando estás encima de un escenario interpretando un papel dramático delante de un auditorio de mil personas, cualquier cosa inesperada que pueda ocurrir, jamás debe trascender al público, aunque a veces es inevitable como me ocurrió en una ocasión cuando interpretaba el papel de Judas Iscariote en J.C. Superstar en el Teatro Alcalá de Madrid. Judas tiene una escena en la que aparece despavorido en escena, angustiado, arrepentido, casi loco. Antes de esa escena yo solía esperar mi entrada detrás de unas bambalinas en la oscuridad, con un micrófono inalámbrico en la mano, uno de esos que llevan una pila en la parte inferior. Por fin arrancó la música que daba pie a mi salida a escena y me puse a cantar. El micro no sonaba, no se me escuchaba, y rápidamente pensé para mí: ¡Vaya hombre, ya se estropeó el micro, se han olvidado de ponerle pila nueva! De repente abrí los ojos y comprobé que llevaba el micro en mi mano del revés, estaba cantando por dónde se pone la pila y no por donde se debe, entonces miras con disimulo a los espectadores de las primeras filas y puedes ver sus sonrisitas, a lo que uno no puede hacer otra cosa que devolver el guiño con otra sonrisita.
– ¿Hay suficiente música en TVE? ¿Cree que se podría contar con menos canales pero con más música en directo en el Ente televisivo público?
– P.R.: ¡Bah! Lo de televisión es una broma de mal gusto que no tiene aspecto de que vaya a cambiar nunca. Hacen programas que devalúan a la música. Por ejemplo uno en que algunos «cantantes» se ponen en ridículo disfrazándose de cantantes famosos, internacionales, como si se tratase de un fiestecilla de colegio de párvulos. Seguramente con el dinero que se gastan en ese programa podría incluso traer a los artistas a los que parodian. Luego están los programas que buscan talento. Primero, para apreciar el talento, lo primero es tener talento. ¿Buscando talento? Será que acaso no hay suficiente talento en España abandonado por los rincones. La televisión es un artefacto perverso al servicio de la cultura de masas mas alienante. Es la máquina que domina el pensamiento de un tejido social amplísimo. En realidad podría ser una maravilla como medio de comunicación, pero hoy por hoy es absolutamente excluyente de muchos otros aspectos que también se dan en la cultura, al contrario que en la mayoría del resto de países en los que también tienen sus comerciales programas de «entretenimiento» de masa, pero no excluyen otras formas de hacer las cosas, otros estilos musicales, cinematográficos, teatrales etc. Lamento decirlo pero para mí, la televisión en España es como una broma de mal gusto. Y dicho esto, seguramente me verás a mi pocas veces en TV, porque también les molesta que se les critique y suelen tomar represalias con aquellos que les tiramos de la oreja.
– Soslayando los ya citados casos de Teddy Bautista y de Kike Perdomo ¿Conoce musicalmente a las Islas Canarias? ¿Ha compartido con otros músicos canarios?
– P.R.: Sí, he conocido al extraordinario José Antonio Ramos, que podía haber llegado a todo el mundo con la bellísima música que construía. Por supuesto, he escuchado a Polo Ortí que me parece grande. Estuve hace unos pocos años en Las Palmas de Gran Canaria con mi amiga Laura Simó, y conocí a bastantes músicos de la Big Band de Gran Canaria, incluso me invitaron a cantar un tema con ellos. Si alguna vez me invitan a cantar con ellos, me voy aunque sea a nado.
-En el capítulo menos agradable, dentro de los nombres en los créditos de este disco encontramos a Larry Martin que nos dejaba hace no muchas fechas ¿Cuáles son sus recuerdos en referencia al clásico batería de la escena madrileña?
– P.R.: Larry es para mí incluso más que un hermano. Nuestra amistad se remonta a 1970 y trabajamos en infinidad de ocasiones, además sé que el me quiere mucho y yo a él. Estuvimos juntos varia veces en su casa el verano pasado durante una convalecencia suya. Le pedí que viniera a tocar en un tema de mi disco ‘El Americano’ que comenzaría a grabar en Diciembre, naturalmente aceptó y los dos estábamos muy ilusionados con ello y hablando a menudo del tratamiento rítmico que le íbamos a dar al tema. Pocos días antes de la grabación, ocurrió algo muy lamentable y no pudo venir. En el disco he incluido su fotografía, su nombre, como si hubiese estado allí y una dedicatoria a mi querido amigo al que no olvidaré.
– Muchísimas gracias por su atención, Pedro, ha sido para nosotros un placer entrevistarlo ¿Quiere dirigirle a los lectores canarios un saludo y algunas palabras de aliento?
– P.R.: ¿Aliento? De qué modo puedo yo alentar a quienes son de por sí, grandes luchadores, viviendo rodeados de ese inmenso y poderoso mar. En las Islas canarias, la música ha fluido desde siempre con naturalidad y un swing diferente a otros lugares. Hay un poderío intrínseco en quienes allí nacen y se convierten en músicos. Hoy, en medio de esta maldita crisis, de este calvario, lo único que puedo decirles es que ahora más que nunca hay que ser creativos, valientes, incluso, temerarios, y mis mejores deseos de salud y alegría.
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